Crianza y familia

El valor de la honestidad y respeto en los niños

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El valor de la honestidad y respeto en los niños

La honestidad y el respeto son fundamentales cuando hablamos del relacionamiento y del desarrollo emocional y social de los niños. Aquí te contamos por qué estos valores son tan importantes para la vida.

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Aunque el mundo está más conectado, las nuevas generaciones están creciendo en sociedades individualistas donde aparentar es más importante que ser, predominando los comentarios dañinos, el egoísmo, la agresión (física y psicológica), la manipulación y la mentira.

Aunque puede haber en los niños actos egoístas y mentiras, es obligación de padres y docentes enseñarles qué está bien y qué no, permitirles su desarrollo humano. Estos comportamientos son propios entre los tres y seis años, por esto no te alarmes o enfades, guíalo. 

La forma más potente de enseñarle a tu hijo es con el ejemplo, el cual vas demostrando en cada acción y decisión que tomas en la vida. Un niño sin valores claros y firmes puede ser un adulto infeliz.

La honestidad es muy importante en la relación con los otros, en especial porque no podrás proteger a tu hijo si no sabes qué le está pasando, no podrás guiarlo si no te habla con sinceridad. Para que aprenda de sus contratiempos y malas decisiones, debe poder hablar sobre lo ocurrido. 

Resulta imprescindible revisar su lenguaje verbal y no verbal, para poderlo guiar y enseñarle los valores que debe aprender desde sus primeros años. Ser honesto es ser real, auténtico y genuino, es poderse expresar con sencillez, claridad y veracidad; es la expresión por excelencia del respeto hacia uno mismo y hacia los demás, es la base de sus relaciones. 

Una vez aprendidos y asimilados, la honestidad y el respeto se convierten en actitudes que siembran confianza en tu hijo, haciendo que siempre actúe con base en la verdad y la justicia.

 

“Ningún legado es tan rico como la honestidad”
William Shakespeare

¿Cómo inculcar la honestidad en los niños?

Enseñar a tu hijo honestidad y respeto, es clave para que también aprenda sinceridad, franqueza, lealtad, honradez, confianza, justicia, amistad y responsabilidad. Estos serán la base para la construcción del hogar, el cual es más que muebles, es lo que existe en el interior del niño y qué se ha construido a nivel emocional.

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Ejemplo, el mejor maestro

Para los niños, aprender a partir del ejemplo es la mejor educación y más si es una vivencia que parte desde su hogar. 

Si desde casa se inician con “mentiras blancas” porque no quieres pasar al teléfono o se te olvidó algo, porque tuviste un día complicado o estás de mal genio ¿cómo esperas sinceridad o respeto de parte de tu hijo? ¿Te has preguntado qué le estás enseñando? ¿Tendrás la cara para decirle que eso está mal hecho, si ya lo hiciste y le “permitiste” hacerlo? Recuerda que los niños se toman las cosas literal, y para ellos no es una “mentira piadosa”, simplemente fue una mentira; o no fue un “tuve un mal día”, simplemente gritaste y trataste mal a todo el que se metió en tu camino.


Refuerzos positivos

En cierta edad los niños tienden a confundir la fantasía con la realidad, es en esta etapa donde debes pensar cómo actuar. Al igual que con el respeto, hay que enseñarles qué está bien, no tienes por qué armar una tormenta en un vaso de agua.

Bríndale un refuerzo positivo por ser sincero, honesto, respetuoso. Muchas veces esto puede ser más efectivo. Si tu hijo está entre los 3 y 6 años, no lo castigues por decir mentiras, prémialo por decir la verdad. Si te pide el favor y te da las gracias, demuéstrale lo bien que se siente decir esas palabras.


Solo las reglas necesarias

Es importante mantener el orden basados en reglas, llegando a tener demasiadas. Esto no significa necesariamente que tu hijo se porte bien porque las entendió, es más, puede que las quiebre varias ocasiones porque las considera injustas. 

Si en lugar de cantidad tienes calidad, todo será mejor. Establece unas reglas, pocas, pero asegúrate de que tu hijo las conoce, las entiende y las interioriza, de ese modo estás educando a un futuro joven y adulto que será capaz de tomar sus propias decisiones, basado en el precepto de la justicia, que será capaz de adaptar sus valores y enseñanzas a cada etapa de su vida.