Cuando nos enfrentamos a la tarea de educar, debemos ser capaces de ponernos en el lugar de los niños y llegar a comprender cómo se sienten, qué piensan y por qué hacen lo que hacen. La empatía nos permite ir más allá de nuestro punto de vista y entender que somos diferentes y únicos, así que nuestro propósito es ayudarles a desarrollar sus máximas capacidades.
Sé un buen modelo de empatía. Los niños aprenden más de lo que ven que de lo que les decimos. Si somos empáticos, estaremos ayudando a los niños a desarrollar esta importante habilidad. Respeta su personalidad, haz que se sientan valorados y queridos.
Enséñales a respetar otros puntos de vista. Es importante hacerles entender que su punto de vista no es el único válido y que no siempre tendrán la razón. Existen tantos puntos de vista como personas.
Mantén la calma. Cuando el niño no nos entiende, aunque lo expliques mil veces, no te enfades. Trata de adaptarte a su modo de pensar, de aprender, y encuentra la estrategia adecuada para hacerlos comprender lo que quieres decirles.
Evita criticar, juzgar o etiquetar al niño, en lugar de eso ponte en su lugar, busca la manera de decirle positivamente los errores que está cometiendo, acéptalos y ayúdalos a mejorar.
Escucha abiertamente, y con calma. No interrumpas, no des por hecho antes de que te explique. Para entenderle mejor, observa mucho y pregunta mucho.
Recuerda que su autoestima y confianza se verán enriquecidas, ya que se percibe entendido y no juzgado,
criticado o censurado. Si somos empáticos con los niños, ellos también se entenderán mejor a sí mismos.